domingo, 15 de septiembre de 2019

La traición al carbón.

Regresaba la ganadería Los Maños al Coso de "La Fuentecilla" ocho "Labradores y Mineros" después. Ocho premios en los ocho seriales de aquella, ya extinta, Feria de Novilladas Picadas, la única en Aragón
 
Para la cita, una Concurso de Ganaderías, un cárdeno de nombre "Zamorano" con el número 49 en el costillar. Fino, de cabos también. Musculado. De cabeza pequeña y chata, estrecho de sienes. De amplio cuello, ligeramente enmorrillado y lomo recto.

Hizo plaza "Zamorano", el quinto, aplaudido de salida. Trapío. Alegre, siempre con el morro por delante. Desafiante, un explosivo en tierra minera. Como una locomotora fue a estrellarse violentamente donde le citaban, haciendo el pitón derecho madera hasta la cepa. Cruel el golpe.

Vuelta y media más al albero minero. El santacoloma, con carbón para hacer funcionar una central térmica. Sentenciado, tristemente como tu cuenca, Andorra. De tronera en tronera hasta estrellarse nuevamente, punta de capa mediante, en el mismo burladero anterior. La traición al carbón, sindicalista de percal. Crujió el cárdeno maño, se partió, y se rompió un sueño.

Descordado acudió al capote de Maxime Solera, herido a la suerte de varas. Logró venirse arriba, lo justo, incluso empujar. Un todo querer y casi no poder sino hubiese sido por la casta. Con la pañosa sonó la música, pero el francés mando acallar la partitura para cincelar en el silencio más intimo, y al natural, las mejores esculturas de la tarde. De humillación excelsa. Bueno por el derecho, extraordinario por el izquierdo.

Maxime Solera lo había visto rápido, el aficionado antes. Era de taranta pero "Zamorano", carbón puro, se quemó de salida en un burladero; y el premio de la Concurso de Ganaderías, a la postre desierto, quizá también.